Para los niños y las niñas que han perdido el cuidado de sus padres, países como Brasil, Malasia, Noruega y Rusia cuentan con medidas de atención diferentes a la institucional, en las que prima la familia como factor principal. Por eso se les considera como una guía para otras naciones, personas y profesionales que buscan promover la mejor atención posible para estos menores de edad.
En el caso de Brasil está el Grupo de Trabajo Nacional sobre la Convivencia Familiar y Comunitaria, conformado por representantes de la sociedad civil y de los gobiernos municipales, estatales y federales, que tiene entre sus objetivos apoyar la reintegración de niños y niñas a su familia de origen. El grupo promueve directrices relacionadas con el acogimiento de los niños y niñas que están separados de sus familias o que están en riesgo de serlo.
“Elaboró un plan nacional, cuyo objetivo es romper con la cultura de la institucionalización sistemática de los niños, niñas y adolescentes y se comprometió con un programa de desinstitucionalización”, expuso el sicólogo Rogerio De Aguiar, director de Desarrollo Técnico y Programático de Aldeas Infantiles SOS, durante el Simposio Internacional Protección de la Niñez y Modalidades Alternativas de Cuidado, organizado hace unos días en Bogotá por Aldeas Infantiles SOS.
Para cumplir con lo propuesto, este grupo ha apoyado diferentes proyectos piloto en el noreste de Brasil como la Casa de Passagem Diagnostica en Pernambuco, que da acogimiento institucional de corto plazo a familias que atraviesan por una situación de crisis, con el fin de apoyar su reintegración familiar, o si esto no es posible, buscar otra alternativa. Entre 2005 y 2009, el programa recibió a 555 niños y niñas, de los cuales 73 % fueron reintegrados a sus familias.
Los otros casos expuestos por De Aguiar:
Malasia
En este país están los programas de apoyo a la familia que prestan soporte financiero y psicosocial, así como otros servicios. La idea es rodear a las familias que están en situación de crisis como medida para evitar que los niños y niñas sean separados de ellas, teniendo en cuenta que los programas de apoyo a la familia son el primer nivel de atención para prevenir que los niños ingresen al acogimiento en instituciones.
En Malasia la instauración de estos servicios se comisionó bajo la Ley de Niñez de 2001, que exige la conformación de equipos de protección que lideren servicios locales para las familias, los niños y las niñas. Este programa fue creado para asistir a las familias en condición de pobreza, los padres solteros y los parientes que brindan cuidado a sus hijos o familiares.
Noruega
‘La participación del usuario y la práctica profesional en los servicios de protección a la niñez’ es un proyecto de investigación – acción en el cual los jóvenes hacen parte de la toma de decisiones sobre su cuidado. El proyecto implementa un grupo de participación basado en el diálogo para jóvenes que han sido afectados por procesos de protección de la niñez, así como para padres que han perdido la custodia de sus hijos e hijas.
Como resultado, se presentaron cambios en la forma de operar del centro de protección de la niñez de manera que los jóvenes participaran en las reuniones donde se tomaran decisiones para su cuidado. Con esto, se sugiere la necesidad de apoyar modelos de participación de los usuarios del servicio.
Rusia
‘Los servicios de cuidado de descanso a corto plazo para niños con discapacidad’ fueron desarrollados en San Petersburgo, con el fin de evitar que estos niños y niñas ingresen al acogimiento en instituciones. Son otorgados por familias que han recibido capacitación y se pueden brindar en el hogar del niño o niña o en la del cuidador.
La totalidad de los 61 niños y niñas con discapacidad que participaron en el programa se han mantenido en sus hogares. Además, entre lo identificado por la evaluación de este programa, está la asistencia a los padres que están aislados de los integrantes de la familia ampliada; la asistencia práctica para los padres que están exhaustos en el momento que lo necesitan y mejora en la confianza de los padres en la crianza del niño con discapacidad.