Es fundamental reducir la desigualdad para poner fin a la pobreza extrema en 2030. Palabras más palabras menos, esa fue una de las grandes conclusiones del nuevo estudio del Banco Mundial ‘La pobreza y la prosperidad compartida’, en el cual se afirma que aunque la pobreza extrema sigue disminuyendo en todo el mundo, a pesar del estado de la economía mundial, la desigualdad sigue siendo elevada.
Según este nuevo informe, casi 800 millones de personas subsistieron con menos de 1,90 dólares al día en 2013, alrededor de 100 millones menos de personas extremadamente pobres que en 2012.
Los avances en la disminución de la pobreza extrema se registraron principalmente en Asia Oriental y el Pacífico, en particular en China e Indonesia y en la India. Actualmente, la mitad de los habitantes extremadamente pobres del planeta vive en África, al sur del Sahara, y otro tercio vive en Asia meridional.
En 60 de los 83 países incluidos en el informe para hacer seguimiento de la prosperidad compartida, entre 2008 y 2013 se registró un aumento del ingreso medio de las personas que forman parte del 40 % más pobre de su respectivo país. Estos países representan el 67 % de la población mundial.
“Es extraordinario que los países hayan seguido reduciendo la pobreza e impulsando la prosperidad compartida en una época en la que el desempeño de la economía mundial es deficiente. Sin embargo, todavía hay un número excesivamente elevado de personas que subsisten con muy pocos recursos”, señaló Jim Yong Kim, presidente del
Grupo Banco Mundial.
“A menos que podamos acelerar nuevamente el crecimiento mundial y reducir la desigualdad, corremos el riesgo de no alcanzar la meta de poner fin a la pobreza extrema para 2030, establecida por nuestra institución. El mensaje es claro: para poner fin a la pobreza, debemos lograr que el crecimiento beneficie a los más pobres, y una de las medidas más eficaces en ese sentido es reducir el elevado nivel de desigualdad, en particular en los países donde residen muchas personas pobres”, agregó.
Desigualdad
La desigualdad entre todos los habitantes del planeta ha disminuido sin pausa desde 1990 y viene disminuyendo dentro de muchos países desde 2008: por cada país en el que se registró un aumento considerable de la desigualdad durante este período, en otros dos se observó una disminución similar. Sin embargo, aún es excesivamente elevada.
El documento, que se publicará anualmente con información sobre las estimaciones y tendencias más recientes en cuanto a pobreza mundial y prosperidad compartida, asegura que no se puede caer en un exceso de confianza, ya que en 34 de los 83 países monitoreados, las brechas de ingresos se ampliaron debido a que los ingresos del 60 % más rico de la población crecieron a un ritmo más acelerado que los del 40 % más pobre. Además, en 23 países los ingresos del 40 % más pobre disminuyeron efectivamente durante estos años: no solo respecto de los miembros más ricos de la sociedad, sino también en términos absolutos.
Estrategias
Los investigadores del Banco identificaron seis estrategias o políticas que han demostrado ser eficaces para incrementar los ingresos de los pobres, entre ellas aumentar su acceso a servicios esenciales y mejorar sus perspectivas de desarrollo a largo plazo, sin menoscabar el crecimiento. Estas políticas generan mejores resultados cuando se combinan con un crecimiento sólido, una buena gestión macroeconómica y mercados laborales que funcionan adecuadamente, crean empleos y permiten que los habitantes más pobres aprovechen esas oportunidades.
Las estrategias fueron identificadas mediante el estudio de un grupo de países que han logrado una reducción significativa de la desigualdad en el curso de los últimos años, entre ellos Brasil, Camboya, Malí, Perú y Tanzania, y a través del examen de datos disponibles. Las estrategias son:
- Desarrollo y nutrición en la primera infancia: estas medidas ayudan a los niños durante los primeros 1.000 días de vida, pues las deficiencias nutricionales y la falta de desarrollo cognitivo durante este período pueden ocasionar retrasos en el aprendizaje y menor rendimiento escolar en etapas posteriores de su vida.
- Cobertura universal de salud: proporcionar cobertura a los habitantes excluidos de los servicios asequibles y oportunos de atención de la salud, reduce la desigualdad y al mismo tiempo aumenta la capacidad de las personas para aprender, trabajar y progresar.
- Acceso universal a educación de calidad: la matrícula escolar ha aumentado en todo el planeta y ahora, en lugar de lograr sencillamente que los niños asistan a la escuela, es necesario poner énfasis en garantizar que todos los niños, en todas partes, reciban una educación de calidad. En la educación de todos los niños se debe asignar prioridad al aprendizaje universal, los conocimientos y el desarrollo de aptitudes, así como a la calidad de los docentes.
- Transferencias monetarias a familias pobres: estos programas proporcionan un ingreso básico a las familias pobres, que les permiten enviar a sus hijos a la escuela y brindan a las madres la posibilidad de acceder a servicios básicos de atención de la salud. Asimismo, las familias pueden utilizarlos para comprar semillas, fertilizantes o ganado y para afrontar las sequías, inundaciones, pandemias, crisis económicas u otras perturbaciones potencialmente devastadoras. Se ha comprobado que reducen considerablemente la pobreza y crean oportunidades tanto para los padres como para los niños.
- Infraestructura rural, en particular caminos y electrificación: la construcción de caminos rurales reduce los costos del transporte, conecta a los agricultores rurales con los mercados donde venden sus productos, permite que los trabajadores se trasladen con más libertad y promueve el acceso a las escuelas y los centros sanitarios. En Guatemala y Sudáfrica, por ejemplo, la electrificación de las comunidades rurales ha contribuido a incrementar el empleo de las mujeres. Asimismo, la electricidad hace que las pequeñas empresas familiares sean más viables y productivas, lo que es especialmente útil en las comunidades rurales pobres.
- Tributación progresiva: los impuestos progresivos equitativos permiten financiar las políticas y los programas del Gobierno que son necesarios para equiparar las condiciones y transferir recursos a los habitantes más pobres. Asimismo, se pueden diseñar sistemas tributarios que permitan reducir la desigualdad y al mismo tiempo mantener los costos de eficiencia en un nivel bajo.
“Algunas de estas medidas pueden reducir rápidamente la desigualdad de ingresos y otras generan beneficios en forma más gradual, pero ninguna es una solución milagrosa”, señaló Kim. “No obstante, todas se asientan en pruebas sólidas y muchas están dentro de las posibilidades financieras y técnicas de los países. Si bien la adopción de las mismas políticas no implica que todos los países obtendrán los mismos resultados, las políticas que hemos identificado han sido eficaces repetidamente en contextos diferentes en todo el planeta”.